lunes, 19 de diciembre de 2011

Navidad con aroma a FLOR DE COCO.

La Navidad es por un lado una celebración religiosa, pero también es la época del año, en que dejamos un poco de lado las preocupaciones cotidianas, para reavivar el espíritu de solidaridad, de renacer en las buenas acciones, y hacer llegar a nuestros amigos, familiares y conocidos, nuestros mejores deseos.

Flor de Coco
Los vendedores ambulantes en Asunción empezaron a vender hace paracticamente un mes unas vainas marrones y felpudas de casi un metro de largor, adentro de las cuales se ven tiras largas de semillas amarillas. Estas son “flores de coco.” En Guaraní se llaman “mbokajá poty” – Mbokajá es el nombre de un cocotero paraguayo y poty significar “flor.”

A igual de muchas tradiciones en Paraguay, el uso de flor de coco durante la Navidad es el resultado de la mescla de las culturas españolas y guaranies. Los Paraguayos
normalmente ponemos la flor de coco dentro del pesebre (conocidos como “Belén” en otros países).  El aroma invade el ambiente y la mayoría de Paraguayos lo asociamos con la Navidad.

Hasta hay una canción navideña llamada “Navidad de Flor de Coco, Navidad del Paraguay.” (escuchar)

Que la Navidad paraguaya tiene aroma a flor de coco es indiscutible. La práctica se remonta a los tiempos en que los misioneros españoles evangelizaban a los indígenas. Aunque la venta del penacho dulzón pareciera una depredación, su extracción beneficia a los cocoteros.

El Pesebre
Cuenta la historia que el pesebre, como lo conocemos hoy día, fue inventado por San Francisco de Asís, quien en el año 1219, luego de haber formado una nueva congregación religiosa basada en la pobreza absoluta, partió a Oriente y pudo visitar los lugares donde estuvo Jesús.  El recuerdo más rescatable para él fue el lugar donde el Señor quiso nacer en la pobreza más grande. La gruta de Belén.

Un día, un hombre rico llamado Juan le preguntó a Francisco qué debía hacer para imitar a Jesús. Francisco le dijo que se preparara para la Navidad. Así, este hombre hizo construir un establo y ordenó que llevaran heno, un buey y un asno. La noche de Navidad de 1223, muchos pastores y gente pobre fueron a la gruta que Juan había preparado para Francisco. Allí, con el permiso del Papa, Francisco celebró misa. La emoción fue tal que Francisco se sintió él mismo un niño y comenzó a balbucear como uno de ellos. Entonces pudo verse dentro del pesebre un niño hermosísimo dormido, al que Francisco, sosteniéndolo en sus brazos, intentaba despertar de su sueño.

Entre testigos del milagro muchas eran personas dignas de fe y así se divulgó la noticia por todo el mundo. De aquel milagro, muchos obtuvieron beneficios espirituales y corporales: algunos se convirtieron, otros utilizaron el heno del pesebre y lo utilizaron como medicina para curar enfermedades; una mujer con los dolores de un parto difícil encontró fuerza y nació un niño y fue fiesta en toda la casa.

El Mensaje
Con la prisa del día a día, expresar los mejores deseos se vuelve a veces un monótono repetir la misma frase de "Feliz Navidad y Próspero Año Nuevo", que no refleja el verdadero espíritu de la época y lo que sentimos en nuestros corazones.

La búsqueda de la paz es algo común de todos los seres humanos. Se trata de algo que todos anhelamos sentir, pero que en un mundo tan acelerado como en el que vivimos, la búsqueda de la paz puede resultar bastante difícil.

Que en esta Navidad ese Niñito que viene a traernos la paz y la esperanza, también florezca  y crezca en nuestro corazón todos los días del año.





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